miércoles, 7 de noviembre de 2012

Seguimos en Chile. Pucon y su volcánsito

Salimos del enorme y desalmado Santiago. Desilusión santiaguera. No se dónde habíamos sacado la idea de que tendría algún encanto. Pero cuando vi que Isabel Allende dice lo mismo me quede muy tranquilo. No estaba equivocado.
Así qué nos largamos por la noche en uno de esos buses de camas en la parte de arriba (35.000 pesos) y llegamos a Pucon por la mañana sobre las 7. Y llegamos al Ecole. Luego hablere de el y prometo tambien contaros lo que os interesa: precios, en extenso.
En fin, Pucon es uno de esos sitios que eran encantadores hasta que el turismo lo destruyo. No se quien invento esa mierda del Turismo de Aventura, pero es como el caballo de Atila, o como Atila en si mismo. En Pucon, que es relativamente pequeño, funcionan 20 agencias que se dedican a lo mismo, a subir al volcán, rafting, canopin (que es como llaman aquí a las tirolinas). Como vamos como sí fuéramos vascos, pues lo más heavy, a subir al volcánsito (Volcan Villarica) que es una movida de 8 horas con full equipe (botas, casco, crampones, piolets, etc, etc) porque el montesito de los guevos esta nevado y suelen morirseles los guiris, se les pierden, se les congelan o asi. Y en ese plan el gobierno o quien sea les ha dicho que eso es malo para el turismo, así que cuando llegamos a la base había nubes, viento y no se qué yetis sueltos. Así qué no se subió. Y como desde el Ecole salía una excursionista nos la pillamos. La movida fue recorrer un monte, que por lo visto era suyo. Aquello era una movida un poco rara porque resulta que eran parte de una Fundación que además de la hospedería tiene media provincia porque un inglés compro una o varias enormes fincas las unió y montaron una especie de Parque Natural privado, con ayuda de fundaciones yanquis. Raro pero parece que cierto. Y a todo esto estábamos aquejados de chilitis, que es más o menos como la enfermedad de Moctezuma pero en chileno. Más o menos lo que os imagináis: disentería. Pues con chilitis y todo nos hicimos una marcha de 8 horas, y todo pa arriba, o eso parecía, al paso de un guía con evidente prisa, cabra hispánica o chilena, ¡cómo corría el condenado!
Y ahora os cuento de que va el Ecole. No era un hostel. Es una hospedería vegetariana, con un ambiente  sencillamente encantador, tranquilo, con las habitaciones metidas entre la vegetación, y con un restaurante magnifico que funciona ¡desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche! Y todo esto con precios más que razonables (por ejemplo una cena con vino 10€/each, y a 40€ por noche). Daban ganas de quedarse más tiempo por el sitio, pero el jodido pueblo no daba para más. Turismo, turismo y turismo. Da igual que sea de aventura o no, pero ya es-somos una plaga.
Así qué nos largamos para el sur. En bus, como siempre, pero esta vez, de los normales, de día, hasta Puerto Montt. 6 horas (16€/cada uno). Por la Panamericana, una autopista como otra cualquiera, de peaje. Porque Chile, a diferencia de Argentina, es un país normal, razonable, con autopistas, aviones que vuelan, y buses que llegan a su hora.
A todo esto atravesamos varias ciudades-pueblos (Osorno, Valdivia) que se daban todas el mismo aire. Grandes, con casas de un sólo piso y de madera y de escaso interés a pesar de las chorradas que dicen las guías.
Y finalmente llegamos a Puerto Montt, pero eso ya lo contare mañana. See you later...

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