Hay cosas que no cambian |
En la isla grande o isla de Chiloe hay 2 ciudades importantes, Ancud, algo más grande, en el norte, y Castro, la capital en el centro. Elegimos el norte y nos equivocamos. Y no porque Ancud este mal, todo lo contrario, y el hostel-hotel Ancud Petit, con el onnipresente Sr. Marcelo, casi inmejorable (36€/día con desayuno), sino porque Castro le iguala en encanto y sobre todo esta en el centro de la isla y todo resulta más cerca. Como elegimos, y nos quedamos, en Ancud, tuvimos que tomar (nunca coger..) buses para ir a Cucao parque nacional pequeñito pero con una playa imponente, así debieron ser alguna vez las españolas) Dalcahue con su mercado artesanal, donde me zampe un mariscal impresionante, y Achao para ver una de esas, iglesias patrimonio de la ..., de las que están tan orgullosos, pero que sólo abren los domingos, pues sí tanto valen, podrían enseñarlas un poco más, más que nada para ventilarlas un poco, ¡digo yo! La de Achao si que valía la pena el paseo. Construida en madera, como casi todo aquí, y apoyada en piedras, pero no cimentada. Una preciosidad.
Estas ristras son de mejillones (choritos) piures y machas, secas |
Nos dio tiempo para comer en Dalcahue en una especie de conjunto de (de nuevo) mini restaurantes juntos donde además de los usuales pescados a la pancha (a elegir: salmón, merluza, corvina, o congrio a 4000 pesos) me ventile una jaiba (buey de mar 1000 pesos:1.8€)
Y a todo esto íbamos en mini buses municipales, y lo de municipales es un decir, porque son todos de empresas privadisimas, pero parten del terminal municipal y se paran mil veces, en las paradas establecidas y donde les parece. Son muchos, más baratos, lógicamente abarrotados, a velocidades suicidas, y por supuesto, sin amortiguadores. Pero étnicos totales..
Y ahora os contare a que llaman un mariscal. Pues bien, ponen en diferentes cuencos, el contenido, er bicho, para que andarnos con tonterías, de almejas, mejillones, puries (especie de mejillones de bicho colorao) y si lo pides, la carne de un erizo por encima. Por supuesto todo crudo. Te ponen un cuenco de todo esto. Tu te lo pasas a un cuenco más grande y lo aderezas con cebolla, cilantro y limón a tu gusto. Y te lo zampas sin más. Por supuesto, el ministerio de no se qué dice que estas loco por comer marisco sin cocer. Pero más loco es el que recuece el marisco, a mi parecer. Sencillamente estas comiéndote el mar. Delicioso. Esto ya los venden en los mercados ya envasados. Pero el que os cuento, abrian los moluscos allí mismo. Abrir y zampar. Del mar a los sentidos directamente. ¡Esto sí que es poesía!
Y marisco va molusco viene, se nos fueron pasando los días y tuvimos que despedirnos del Sr. Marcelo con dolor de corazón porque de verdad que la isla, mientras no la joda el turismo, es de los sitios donde siempre te apetecerá volver.
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