Desde Puno nos fuimos en bus a Arequipa, 7 horas mal contadas, a estas alturas un paseo. Llegamos sobre las 9 de la noche al Flying Dog Hostel, curioso nombre para un modelico hostel, céntrico, es una antigua casona restaurada en colores vivos. Muy agradable, habitaciones grandes que con algo más sería otro "hotel con encanto" al uso. Afortunadamente aún no se han dado cuenta porque entonces su precio no sería 13€/noche en matrimonial con baño privado.
Arequipa está bien. Tiene la inevitable Plaza de Armas, que en este caso es porticada con la inevitable mole d la catedral, bastante fea por cierto, como todas por otra parte. Los curas, siempre han padecido el pecado del mal gusto. Y otras muchas iglesias más. ¿Para qué necesitan tantas, si luego no va nadie? Misterio. Además tenemos el enorme monasterio de Santa Catalina, que se abrió al público en 1970 y que se destinó a españolas de bastante pasta, en general segundonas y que se lo pasaban en grande con fiestas más o menos orgiásticas. Tenían celdas que más bien eran apartamentos con cocina privada, criadas, esclavas y lo que hiciera falta. Y con derecho a venta. No está mal. Y así se llevaron un par de siglos hasta que un papa aguafiestas, y nunca mejor dicho, les envió una abadesa coñona que les fastidió el invento, pero esa funesta desgracia solo ocurrió al final del 1800, es decir hace nada y menos. Y que les quiten lo bailao. Literalmente.
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Monasterio de Santa Teresa |
A todo esto, a Arequipa le llaman la blanca porque los edificios principales, que son muchos, están construidos con sillares de piedra arenisca blanco-gris que parece blanca cuando le da el sol, que es lo más habitual. Por una vez, no está totalmente en cuestas. Aunque las hay. Aquí la influencia indígena se nota menos. Las arequipeñas son más guapas. Que me perdonen las quechuas, pero me parecen antilujurias totales, y además sobre el 1,5 m con la piel casi negra quemada por el frío y el sol. Como decía las de aquí son distintas, y por lo visto esas machistadas que escribo es lo que piensan los maromos de por aquí. Uno de los guías me contó una expresión local, que lo siento por las feministas, y que conste que me parece una burrada, pero no puedo resistirme a transcribirla. Pues los muy bestias dicen eso de que "carne blanca aunque sea de cabra". No está mal. Pero que conste que lo dicen ellos. No lo he inventado yo.
La comida, como siempre fantástica y hiperbarata. Hoy la niña se ha pedido un arroz chaufa de trucha y le han puesto una montaña difícil de ascender. Y es que no aprende. Los pide porque como no pican etc. Y eso con un cebiche mixto para el menda 40 soles (como 12€).
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Desde el Monasterio de Santa Catalina |
Los alrededores bien, pero las excursiones, que son baratas, son lejos. Aquí la estrella es el cañón del Colca del que ya habláremos. Otras como la Ruta de los Volcanes (que aparece en las guías) no la hacen porque es cara (lejos) e incómoda por la carretera de ripio. También hacen la subida al Místi (volcán nevado) pero con crampones, así que me parece que la jefa dirá que tararí. Y que como máximo un poco de rafting en el río Chili. Y a otra cosa que lo de Colca va aparte.
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