lunes, 1 de diciembre de 2014

Ozu, Osu, Usu, Ushuaia.

Ushuaia da para mucho. Y queda un montón. En primer lugar, y para que no se me olvide, creo que lo he dicho ya. Hay un mogollón de hoteles, hostales, bed and breakfast, y todo tipo de alojamientos. Algunos dan hasta risa, mayormente por el nivel de cochambre. Hay de todo como es lógico. Pero...es que están llenos. Tuvimos grandes problemas para conseguir el que tenemos (Nahuel), un bed and breakfast de 65€ al día, sí 65 eurazos, habeis leido bien. No era el que queríamos pero no está mal. Ahora, la ocupación, global está en el 90%. Y llega al 100% en diciembre. Ya casi no admiten reservas para los días de Navidad. Y además, para hacer la reserva en temporada alta, es decir, ahora, tienes que pagar. Y si no vas, es tu problema porque ya has pagado con la visa. ¡Qué risa!
Esqueleto de ballena.
Huesos de ballena. 
Y sigamos. Ya conté lo del Parque Nacional. Queda la otra excursión que hicimos. Por el Beagle en catamaran, pajaritos, los cormoranes no llegan a la categoría de pajarracos, pingüineras, lobos marinos, envidiables, cada macho con su haren de 10 hembras, y sin divorcios ni pensiones ni esos problemillas, para no tener, no tienen ni orcas porculeras, que no se molestan en venir a darles el coñazo. Después de hartarnos de bichos, se visita la Hacienda Harberton. Que ya os dije que fundo un listo llamado Bridges, que era hijastro, o más o menos, del primer predicador que vino por aquí. Como su padre putativo -el Stirling-debía ser un prenda, el tal Bridges, lleno de amor filial, ledijo que mejor se quedaba aquí con los indios Yamanas. Y que el se largara a Inglaterra o aún más lejos. En fin que la hacienda ahora la tiene un bisnieto y su santa. La tal santa era una bióloga jovencita que vino por aquí y decidió quedarse. Y que forma mejor, que casándose con el ricacho del pueblo. Y como a la doña le gustaban los bichitos, se puso en ello y ahora en teoría "dirige", y digo en teoría porque tiene más de 80 primaveras, un extraordinario museo dedicado a los mamíferos marinos australes.
Esqueleto de delfin. Museo Acatushún
Craneos de cetaceos. H. Harberton.
La hacienda en principio se dedicó a la lana, pero los tiempos cambian, y ahora resulta más rentable el cultivo de las subvenciones. Ellos no lo dicen, pero debe ser así, dicen que se dedican al turismo, pero no se lo cree ni el gato crédulo.
El recorrido por la hacienda, para mi no tuvo el mínimo interés, me importa poco si esquilaban a las ovejas o como se lo hacían con esos bichos imbéciles, pero el museo, que es en realidad un laboratorio de estudio mantenido por la Universidad de Ushuaia, como decía, el museo (Acatushún) es increíble. Me importa poco que esté aquí o en otro sitio. Y esta aquí, en el quinto pino. Pero es magnífico. El número de especímenes que tienen debe multiplicar a los que hay en el resto del mundo, juntos. De nuevo me arrepiento de no haberme dedicado a la biología marina. Y ya no tiene remedio. Que le vamos a hacer! Por cierto, el único modo de llegar al museo es pagando la excursión completa (800 boniatos)
Mapa de Tierra de Fuego, con fauna
Y poco más puedo contar de por aquí. Porque repasado el canal, recorrido el parque, visitado el Museo del fin del mundo, de nuevo la frasecita, o te vas a la Antártida de crucero, a lo que nos negamos por razones de conciencia, de precio, y de edad, por cierto, deben tener un índice de mortalidad mayor que el de Liberia, o quedan los entretenimientos de rico aburrido, hacer paseos en helicóptera o en barquito de vela por el canal, (en el Paludine) lo que no nos pone nada.
Así que nos largamos para otra parte con viento, siempre con viento fresco. Lo malo es que iniciando la retirada. Pero antes, antes hay que irse de nuevo al Chiko a cenar centollas regados con alguna botella de Trapiche, Pinot Noir, que ha obtenido la difícil aprobación de Gnatena.

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